domingo, 10 de mayo de 2020

PANIZAS



Esta es una receta muy cañailla, aunque de igual manera se la pueden apropiar los gaditanos o nuestros vecinos de otras poblaciones cercanas ya que parece apuntar con razones peso a que se trató de una receta que trajeron a esta zona los genoveses, de hecho esta receta que hacemos en casa es similar a la Pannisa Genovesa que se elabora en la Liguria italiana y conocida también como Tavelle en Sestri Ponente de donde llegaron mis ancestros allá por el año 1800, entre ellos: Benito Franzone Restana, Santiago Franzone Restana, Giovanni Battista Franzone Piccardo, Caterina Bianchi Facco, Pedro Terciora Fresiore o Nicolasa Arnaldo Brunetta.

Trajeron su modo de vida, sus recetas y sus ahorros cuando Napoleón invadió la República de Génova. Eran hortelanos e industriales de la harina y de la pasta, de hecho la primera fábrica de fideos que hubo en La Isla la montó Giovanni Battista Franzone Piccardo, que al poco se trasladó a Cádiz, montándolas allí también y después a Sanlúcar y México. 

Pero también es cierto que los genoveses arribaron por Cádiz mucho antes, un siglo antes, cuando todavía no existía San Fernando, por lo que es normal que los gaditanos también la hubiesen probado con anterioridad.

La receta es muy sencilla y resultaba económica por lo que se utilizó mucho por esta zona en la época de la canina, después del Golpe de estado. Para ella solían utilizar, bien harina de garbanzo o los propios garbanzos que trituraban con los molinillos de tronzar que hacían en la Constructora Naval.

INGREDIENTES:

250grs.  de harina de garbanzo de buena calidad. Yo utilizo «La Pedriza».
750ml.  de agua.
  20grs. de sal gorda (2 cucharadas rasas). Yo utilizo la de «Salina San Vicente».
 10ml.  de aceite de oliva virgen de la sierra gaditana (1 cucharada).

PREPARACIÓN:
  1.  Verter en un bol el agua, el aceite, la harina y la sal.
  2.  Remover con una varilla hasta que no haya grumos, retirando aquellos que no pueda disolver.
  3. Una vez que esté bien mezclado verter en una sartén y poner a fuego medio (6) y remover con una cuchara de    madera.
  4. Continuar removiendo hasta que la consistencia de la      masa sea tal que se separe fácilmente de los bordes de  la sartén.
  5. Retirar del fuego y rápidamente, ya que se enfría muy pronto, verter sobre un molde, que puede ser un plato hondo o un recipiente cuadrado, según gusto.
  6. Dejar que se enfríe totalmente para que coja consistencia antes de cortar la masa.
  7. Cortar en rodajas de aproximadamente 5 milímetros de grosor y freír en aceite de oliva muy caliente. Otra opción más parecida a la genovesa es cortarla a tiras como hacemos con las patatas bastón.
  8. Se sirve caliente.
Si os resulta mucha cantidad se puede congelar el sobrante y utilizarlo en otro momento ya que resulta un entrante rico y fácil de preparar.

© Alfonso Pavón Benítez

sábado, 2 de mayo de 2020

Un paseo por el parque



Después de un estresante día de trabajo Guillermo llega a casa, una agradable sensación invade su cuerpo al pararse un momento tras el portón; un profundo suspiro le hace darse cuenta de que ha alcanzado su espacio, su libertad, su mundo. 
Tras unos minutos liberando su cuerpo de la estreñida ropa que le obliga a vestir por contrato su empresa, el portátil y todo lo que lo liga al exterior, se dirige al baño y se da una reconfortante ducha que además de limpiar su cuerpo le sirve para hacer correr por el desagüe los problemas de su mente, una rutina de reseteo que practica diariamente.
Se prepara algo de cena, un vaso de Oporto y se sienta a la mesa mientras se pone al día de las novedades del mundo a través de las noticias en televisión.
De pronto aparece una noticia que le llama potencialmente la atención. En China, donde un mes antes había habido un brote de un nuevo virus de gripe, habían cerrado la ciudad de Wuhan. ¡Una ciudad de once millones de habitantes! Y además habían empezado a construir un enorme hospital que pensaban terminar en diez días. ¡En diez días!
Piensa ¡Joo… con los chinos!... pero inmediatamente le surge una duda: si es un virus de gripe como han decidido cerrar una ciudad de once millones de habitantes y como es que han decidido construir un hospital específico para este problema en una de las ciudades más importantes de China.
Esta noticia le dejó algo perplejo y meditativo, tanto que no se centraba en la lectura que tenía entre manos en esos momentos, Tú no matarás de Julia Navarro, así que cerró el libro y se fue a la cama.

El virus ha llegado a España, aunque empezó en Canarias, ya está en Madrid y otras zonas. Se duplican los infectados por días, empiezan a morir gente, se le pide a la población que se quede en casa, que eviten las aglomeraciones, avisan de los efectos para poder distinguirlo, fiebre alta, tos reiterativa, insuficiencia respiratoria, dolor muscular, declaran el estado de alarma… Guillermo siente los síntomas. Va rápidamente al hospital. Está muy asustado. Lo chequean y después de comprobar la gravedad lo ingresan en la UCI. Lo entuban y lo colocan boca abajo y solo escucha el controlador de pulsaciones… Beep  beep   beep    beep      beep        beep…

Ringgg Ringgg Ringgg. Guillermo da un sobresalto, desconecta el despertador y se sienta en la cama, está empapado de sudor y el corazón se le va a salir por la boca. -Joder… que pesadilla he tenido… ¡Uf!- Comenta para sí mismo. Se levanta y tiene que ir directo a la ducha para sacudirse el sudor y relajar su corazón que latía a mil por hora. Después de desayunar se pone el chándal y decide ir al parque a correr un rato, necesita despejar su mente tras la pesadilla. Al girar en la esquina en dirección al parque se le acerca un agente de policía. -¿Dónde va usted? ¿No se ha enterado que estamos en cuarentena? ¡Vuelva a su casa!


© Alfonso Pavón Benítez (2020)