sábado, 2 de mayo de 2020

Un paseo por el parque



Después de un estresante día de trabajo Guillermo llega a casa, una agradable sensación invade su cuerpo al pararse un momento tras el portón; un profundo suspiro le hace darse cuenta de que ha alcanzado su espacio, su libertad, su mundo. 
Tras unos minutos liberando su cuerpo de la estreñida ropa que le obliga a vestir por contrato su empresa, el portátil y todo lo que lo liga al exterior, se dirige al baño y se da una reconfortante ducha que además de limpiar su cuerpo le sirve para hacer correr por el desagüe los problemas de su mente, una rutina de reseteo que practica diariamente.
Se prepara algo de cena, un vaso de Oporto y se sienta a la mesa mientras se pone al día de las novedades del mundo a través de las noticias en televisión.
De pronto aparece una noticia que le llama potencialmente la atención. En China, donde un mes antes había habido un brote de un nuevo virus de gripe, habían cerrado la ciudad de Wuhan. ¡Una ciudad de once millones de habitantes! Y además habían empezado a construir un enorme hospital que pensaban terminar en diez días. ¡En diez días!
Piensa ¡Joo… con los chinos!... pero inmediatamente le surge una duda: si es un virus de gripe como han decidido cerrar una ciudad de once millones de habitantes y como es que han decidido construir un hospital específico para este problema en una de las ciudades más importantes de China.
Esta noticia le dejó algo perplejo y meditativo, tanto que no se centraba en la lectura que tenía entre manos en esos momentos, Tú no matarás de Julia Navarro, así que cerró el libro y se fue a la cama.

El virus ha llegado a España, aunque empezó en Canarias, ya está en Madrid y otras zonas. Se duplican los infectados por días, empiezan a morir gente, se le pide a la población que se quede en casa, que eviten las aglomeraciones, avisan de los efectos para poder distinguirlo, fiebre alta, tos reiterativa, insuficiencia respiratoria, dolor muscular, declaran el estado de alarma… Guillermo siente los síntomas. Va rápidamente al hospital. Está muy asustado. Lo chequean y después de comprobar la gravedad lo ingresan en la UCI. Lo entuban y lo colocan boca abajo y solo escucha el controlador de pulsaciones… Beep  beep   beep    beep      beep        beep…

Ringgg Ringgg Ringgg. Guillermo da un sobresalto, desconecta el despertador y se sienta en la cama, está empapado de sudor y el corazón se le va a salir por la boca. -Joder… que pesadilla he tenido… ¡Uf!- Comenta para sí mismo. Se levanta y tiene que ir directo a la ducha para sacudirse el sudor y relajar su corazón que latía a mil por hora. Después de desayunar se pone el chándal y decide ir al parque a correr un rato, necesita despejar su mente tras la pesadilla. Al girar en la esquina en dirección al parque se le acerca un agente de policía. -¿Dónde va usted? ¿No se ha enterado que estamos en cuarentena? ¡Vuelva a su casa!


© Alfonso Pavón Benítez (2020)

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