jueves, 5 de agosto de 2021

A mi amado


Llegaste a mí casi sin querer.

Con dos carantoñas me embrujaste.

Solo con rozarme conseguiste enamorarme.

Hasta tal punto… que mi vida sin ti no podía ser.

 

La ansiedad me podía.

Cada noche deseaba el despertar para junto a ti volver a estar.

Compañeros inseparables de aventuras… que

vivimos juntos mil y una  primaveras.

 

¡Cuánta complicidad!

¡Cuánta belleza!… ¡Cuánta ilusión!

Jamás discutimos, todo era una balsa de amor.

¡Cuánta armonía!

 

Éramos una fuente inagotable de placer.

Semejante al éxtasis que siente la arena de la playa

cuando… es acariciada

por ese dulce vaivén de las olas cada atardecer.

 

Pero llegó el invierno.

El calor… marchó por las rendijas de la complicidad.

La ilusión… por las grietas del querer.

Cada noche temía el despertar.

Me costaba seguir tú ritmo, y a ti… a ti parecía no importar.

 

Poco a poco la cruda realidad me inundó.

La armonía dejó paso a la discrepancia.

La madurez a la vejez.

Mi curtido rostro era fiel reflejo de tu abandono.

 

Recuerdo aquellos momentos en los que cada día

quedábamos extasiados,… sudorosos de tanto volar. Y hoy…

hoy solo me dejas alimentar a las palomas cada amanecer.

Y hasta eso se que en breve me arrancarás.

 

Pero es tan grande mi amor, que hasta el último suspiro… te desearé.

 

A mí amado TIEMPO.

 

© Alfonso Pavón Benítez (2019)

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